Plena Inclusión Madrid

Entrevista con Johanna Patiño

Johanna Alexandra Patiño, autora de “No era yo el problema” (poema que ha inspirado el vídeo denuncia con el que el Observatorio de la Mujer de Plena Inclusión Madrid se suma al 25N) es una joven escritora colombiana que gracias a su obra poética se ha erguido como una de las principales voces que denuncian en su país la desigualdad de género y la violencia contra la mujer. Investigadora y profesora de la Universidad de Caldas, debuta en literatura con Ébano, su primera novela, en la que con un lenguaje sencillo pero lleno de fuerza y sin ningún tipo de perjuicio desvela tabús, procesos, y conductas arraigadas y a menudo silenciadas en la sociedad colombiana.

Johanna, desde Plena Inclusión Madrid queremos agradecerte en primer lugar, las facilidades que nos diste desde un primer momento para poder trabajar con tu poema para denunciar y visibilizar así, cómo esta lacra social que es la violencia de género alcanza también a la mujer con discapacidad intelectual.

¿Qué encuentras en la poesía para denunciar la violencia contra la mujer?

Para mí la poesía ha significado un espacio político, de encuentro, de trabajo colectivo y colaborativo con otros seres humanos que piensan diferente a mí y que han tenido experiencias distintas.

La poesía no es para mí un espacio de contemplación, por el contrario, ha significado un espacio de acción, de acción social intencionada. Me brinda la posibilidad de tener lenguajes cercanos situados en la experiencia, en el contacto, en las emociones y sensaciones que compartimos como seres humanos. Creo que la poesía nos brinda todas esas posibilidades.

¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres en Colombia?

La realidad de las mujeres en Colombia no se aleja mucho de la de las mujeres de otros países latinoamericanos. Para nosotras las mujeres colombianas es todo un reto vivir en una sociedad profundamente patriarcal y machista. Nuestras mujeres tienen que enfrentarse todos los días a diferentes situaciones como la desigualdad salarial; no acceder de manera equitativa a determinados cargos en lo público y lo privado; que todavía  existan carreras que se consideran para hombres como las ingenierías; que todavía tengamos familias arraigadas a una tradición patriarcal que consideran que las mujeres somos exclusividad del ámbito privado y que no podemos ejercer otro tipo de roles diferentes a los afectivos y que somos las encargadas tradicionales y naturales del cuidado de todos los integrantes de la familia.

Pero además tenemos también como reto enfrentarnos a una sociedad que nos ha cosificado a través de los medios masivos de comunicación. Una sociedad en la que las mujeres aparecemos como productos para el consumo y que refuerza a los niños y niñas esas representaciones sociales.

¿Qué papel tiene la mujer con discapacidad intelectual en la sociedad colombiana?

Ser mujer y discapacitada en una sociedad profundamente patriarcal como las latinoamericanas y en gran parte del mundo, es estar en un sitio de desventaja.

En nuestro país se ha avanzado de manera significativa para atender a las personas en situación de discapacidad. Se han movilizado políticas, proyectos sociales en este orden, que sin embargo no han logrado generar un impacto en la trasformación de las representaciones sociales, de los acuerdos colectivos, de las prácticas culturales que tenemos en torno a las personas en situación de discapacidad.

Para las mujeres esto es un doble aspecto de desigualdad y exclusión de determinados escenarios. El mayor reto para las mujeres colombianas en situación de discapacidad es el trabajo, el poder acceder a condiciones y lugares de trabajo dignos, bien remunerados y con todas las garantías de la ley.

En nuestro país las personas con discapacidad y especialmente, mujeres y niños, tienen exageradas barreras no sólo de acceso a los espacios físicos sino de acceso a oportunidades sociales y culturales.

¿Qué crees necesario para poder erradicar este tipo de violencia de nuestras sociedades?

 Existen múltiples retos que las sociedades contemporáneas tenemos que asumir de manera conjunta para erradicar esas desigualdades y que las mujeres tengamos un lugar justo dentro de la estructura social.

Comparto 3 retos. El primero, tiene que ver con un trabajo en la reestructuración de nuestros códigos y prácticas culturales. Un trabajo profundo en términos intergeneracionales que nos permita encontrarnos de manera diferente. Crear nuevos pactos sociales en términos de relación entre hombres y mujeres. Creo fundamental trabajar en la construcción de nuevos acuerdos culturales que permitan ampliar lo que entendemos por hombre y por mujer.

En segunda medida es fundamental trabajar en el diseño de políticas públicas orientadas a reconocer las diferencias entre los géneros, los múltiples géneros existentes, las maneras de interpretar el sexo biológico que nos han asignado vía genética y que esto no se convierta en un obstáculo para que las personas puedan acceder de manera justa y equitativa a los derechos y garantías como ciudadanos.

En tercer lugar, la educación demanda nueva formas de relacionarnos con los niños y con las niñas en todos los escenarios – familiares, escolares y comunitarios- para que la educación se convierta en un engranaje y la posibilidad del despliegue de nuevas formas de relación, de nuevas maneras de significación, de lo que es ser hombres y mujeres en estas sociedades actuales.

Has seguido de cerca el proceso de dramatización de tu obra, ¿qué te transmiten tus propias palabras en boca de estas mujeres?

Para mí como poetisa es profundamente significativo encontrarme con ustedes para reflexionar en torno a esas palabras hechas poesía que comparto con tanto cariño y tanto compromiso político desde la militancia académica y poética.

Tenemos que hacernos a nuevas palabras, nuevos lenguajes que tenemos que encontrarnos de otras maneras y que cada uno tiene desde sus potencialidades diferentes formas de hacerlo. La mía es esta, combinar el lenguaje académico y poético para c4ear nuevos escenarios que encuentro con personas con ustedes que están interesadas en hacer de este mundo un lugar mejor para todos.

Necesitamos políticas de reconocimiento de la diferencia, de potenciación de la diferencia. Políticas que nos permitan sumarle a la vida, aportarle a la vida, crearle a la vida de una manera más generativa, más afectiva, que no implique eliminarnos unos a otros sino relacionarnos desde el afecto, la admiración, la palabra, el sentimiento…

La poesía es uno de esos lenguajes generativos que nos tiene que servir a todos para ir más allá de la contemplación. Necesitamos poesía y arte comprometidos con la acción política. 

 

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