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¿Qué ocurre con las personas con discapacidad en situaciones de emergencia?

Desgraciadamente el mundo está sufriendo eventos naturales extremos que están dejando multitud de víctimas mortales, miles de evacuados, y ciudades por reconstruir. Si bien la probabilidad de ser afectados por un desastre natural depende mayormente de factores externos, la vulnerabilidad ante dichos fenómenos sí depende de la capacidad de reacción, de acceso a recursos de rescate, a albergues etc. Según las Naciones Unidas, las personas con discapacidad están entre la población más vulnerable ante situaciones de emergencia y rescate. Corren un mayor riesgo de ser abandonadas al no haber una planificación adecuada para atenderlos, o por inaccesibilidad de los centros de acogida y transporte.  O si hay escasez de recursos se suele discriminar dejando fuera a las personas con discapacidad, probablemente por una percepción de menor valor. Sin embargo, en las operaciones de rescate y prevención no se deben vulnerar los derechos de las personas con discapacidad.  De hecho, si no se tienen en cuenta en los planes de preparación y evacuación para estos casos, el resultado puede ser devastador. Si el objetivo es salvar la vida de las personas afectadas por catástrofes naturales, entonces todas las personas deben ser tenidas en cuenta. De hecho, las  naciones que hayan ratificado la Convención de Naciones Unidas de los Derechos de las Personas con Discapacidad deben, según el artículo 11, hacer los esfuerzos posibles para evitar discriminación durante emergencias, conflictos armados, y ayuda humanitaria.

Es un hecho que las personas con discapacidad son más vulnerables en situaciones de riesgo. Probablemente no puedan evacuarse solas, pueden perder sus elementos de apoyo (como silla de ruedas, aparatos de audición), o sus medicamentos (si estuvieran tomando). Un buen equipo de rescate debe entender y respetar las necesidades de las personas con discapacidad, para que sus vidas no se vean en entredicho. En Estados Unidos, la organización Portlight Inclusive Disaster Strategies se especializó en atender a personas con discapacidad en eventos de catástrofes naturales tras su experiencia transportando material pesado con el huracán Katrina (como las sillas de ruedas que quedaron sin evacuar). Esta organización crea espacios y talleres para que las personas con discapacidad y las organizaciones especializadas en la prevención de desastres y evacuación, puedan conversar y establecer de qué forma los planes en diseño pueden ser inclusivos para que tengan en cuenta a las personas con discapacidad. Un buen plan de prevención e intervención los tiene en cuenta y se actúa en consecuencia.

Uno de los problemas principales, según el presidente de esta organización, es que el personal que interviene en estas situaciones de emergencia suele tener una preparación cómo médicos o enfermeros. Esto hace que se vea a la persona con discapacidad desde un punto de vista médico, como paciente, y no como persona con todos sus derechos. Por tanto, si la persona con discapacidad está viva y con alimento se considera que está bien, aunque le falte su silla de ruedas para desplazarse, no pueda comunicarse con los demás o no entienda qué está ocurriendo porque no se le ha explicado  la situación de forma adecuada/sencilla. Esto es una realidad, por ejemplo, para los refugiados con discapacidad que llegan a Europa. Según Human Rights Watch, los refugiados con discapacidad que buscan asilo en Grecia no encuentran servicios y recursos accesibles. Cuentan, como ejemplo, el caso de una mujer en silla de ruedas que no ha podido ducharse durante un mes.

No se duda de que el primer paso en circunstancias como las que lamentablemente se están viviendo en Estados Unidos, el Caribe, Méjico y otras partes del mundo, es poner a salvo a todas las personas. Y que en catástrofes naturales se hace lo que buenamente se puede, ya que los propios equipos de rescate tienen dificultades, muchas veces, para trasladarse y realizar adecuadamente su trabajo. Pero no se puede perder la mirada de lo que está ocurriendo desde la lente de discapacidad. A medida que se interviene en la zona afectada se pueden recolectar datos sobre cuántas personas con discapacidad están siendo afectadas, sus necesidades, qué material estaría faltando para que estén adecuadamente atendidos, y que necesidades futuras se prevén para ellas (preguntándoles directamente a las personas en cuestión). De esta manera se puede ir planificando una transición adecuada hacia una nueva situación de normalidad tras la catástrofe.  Es más, las personas con discapacidad están más acostumbradas a encontrar soluciones creativas  en el día a día y ser más resilientes, por lo que pueden dar ideas innovadoras a los equipos de rescate.

En definitiva, para que ante una catástrofe natural o una situación de crisis humana similar, la respuesta sea la adecuada para todas las personas damnificadas, es fundamental que haya habido una colaboración previa entre los equipos de emergencia y rescate y las personas con discapacidad y organizaciones que trabajan con ellas. Esa alianza es lo que permitirá una reacción adecuada, en el que los derechos civiles de todos son respetados. Pero además, en la reconstrucción tras el desastre natural o humano se podrá tener en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad, diseñando ciudades y hogares accesibles. Si no se les considera, se pierde una oportunidad y se mantiene la desigualdad e inequidad de las personas con discapacidad en el medio y largo plazo. Hay que tener en cuenta que, además, el número de personas con discapacidad física probablemente aumente tras estos eventos, por accidentes y heridas que sufren los ciudadanos afectados por los huracanes, terremotos y eventos similares.  Por tanto, una vez más, tener en cuenta a las personas con discapacidad no les beneficia sólo a ellas, sino a toda la sociedad.

 

Cristina López Mayher, Técnico Comercial y Economista del Estado, con un máster en Gestión del Desarrollo Internacional por la American University (Washington DC).

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