A pesar de identificarse en el imaginario colectivo como una limitación intelectual que tienen o que acompaña a determinadas personas, la discapacidad intelectual o del desarrollo es un concepto más amplio que se manifiesta en la persona y que se expresa en su relación con el entorno.
La definición oficial de discapacidad intelectual, provista por la Asociación Americana de Discapacidades Intelectuales o del Desarrollo (AAIDD) define el término como “un estado individual que se caracteriza por presentar limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa, y por ser originada antes de los 18 años”.
Esta definición se traduce en que la persona con discapacidad intelectual es aquella en la que confluyen un funcionamiento intelectual inferior a la media y limitaciones significativas en áreas de la vida como el lenguaje, la movilidad, el aprendizaje, el auto cuidado, las relaciones sociales y la vida independiente. Esta discapacidad debe originarse antes de los 18 años.
Algunas discapacidades intelectuales se originan antes de que nazca el bebé, otras durante el parto y otras por alguna enfermedad o daño sobrevenido durante la infancia. Las causas son muchas y variadas, y la discapacidad acompañará a la persona durante toda su vida. En función de su causa, existen diferentes tipos de discapacidad intelectual. Desde el punto de vista médico y atendiendo al del coeficiente intelectual, se habla de leve, moderada grave y profunda; desde un modelo más social y atendiendo a la provisión de apoyos hablamos de personas con extensas o limitadas necesidades de apoyo.
Estas tipificaciones conviven con la clasificación de muchas de estas personas en diferentes Síndromes, Down, X Frágil, Prader-Willi, Angelman, West,.., con trastornos del desarrollo, como el Trastorno del Espectro del Autismo; , con la parálisis cerebral (que no siempre va acompañada de discapacidad intelectual) y otras muchas situaciones relacionadas con la discapacidad intelectual.
Existe por tanto una gran heterogeneidad de personas con discapacidad intelectual, pero ¿cuántas son?
Según datos del IMSERSO, (diciembre 2016) se calcula que existen en España 277.472 personas con discapacidad intelectual, lo que supone un 8,34% del total de personas con discapacidad y aproximadamente un 1% de la población total española.
En la Comunidad de Madrid, la Base de Datos del Reconocimiento de Grado de Discapacidad cifra en 30.219 el número de personas con discapacidad intelectual, lo que supone el 9% de la población con discapacidad de la región.
¿Cómo y cuándo se diagnostica?
Una parte de las discapacidades intelectuales se diagnostican antes del nacimiento del bebé. Son aquellas cuya causa es genética o producida por trastornos cromosómicos y causas biológicas prenatales. El resto se diagnostican a lo largo del desarrollo de los menores, momento en el que la atención a que éste evolucione según los patrones medios es fundamental para un diagnóstico precoz y una atención especializada lo más temprana posible.
En general, algunos síntomas que nos pueden poner en alerta sobre la existencia de una discapacidad intelectual son: El desarrollo motor, de lenguaje o social se adquieren más tarde que en la población general; la prevalencia un razonamiento básico, dificultades en la realización de actividades del día a día, de tareas que implican memoria, tiempos de atención limitados, dificultades en el razonamiento matemático y la solución de problemas…
Ante una sospecha de posible discapacidad intelectual, es importante sobreponerse a los sentimientos de desconsuelo y temor ante lo desconocido y actuar para que se evalúe y diagnostique a la persona. Para ello, la principal referencia ha de ser el pediatra, quien iniciará el procedimiento para la valoración de l a discapacidad. En la red de entidades y centros de atención a personas con discapacidad, también pueden orientarte sobre el procedimiento a seguir.
¿Cómo contribuir a la inclusión de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo?
El futuro de las personas con discapacidad intelectual habremos de construirlo entre todos. Cada uno de nosotros es responsable con sus comportamientos y actitudes de facilitar oportunidades o interponer barreras para la inclusión.
El presente de las personas con discapacidad intelectual es hoy más inclusivo que años anteriores. Su esperanza de vida es mayor, si bien esto supone nuevos retos; acceden con mayor normalidad a puestos de trabajo, aunque todavía presentan una elevada tasa de desempleo; muchos viven de forma independiente e incluso han formado sus propias familias.
Desde Plena Inclusión Madrid trabajamos para que las sociedades evolucionen al ritmo que las personas demandan, y promovemos acciones para favorecer el cambio de actitudes necesario para alcanzar la inclusión en los momentos cotidianos.

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