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Paul Burbage, formador especializado de Studio 3, una organización británica que promueve los ideales, filosofías y beneficios de la psicología positiva y los enfoques de baja activación.
Burbage participa en la jornada que organiza Apadis sobre ‘gestionar entornos capaces‘, en las que se abordan estos enfoques junto con la restricción de reducciones. Antes de su conferencia, ha compartido con Plena Inclusión Madrid algunas reflexiones.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a baja activación?
La activación se refiere al estado psicológico que las personas experimentan durante episodios de estrés, ansiedad, frustración, miedo y excitación. El estrés tiene un impacto en nuestros niveles de excitación y cuando nos enfrentamos a un factor estresante, reaccionamos en términos de lucha, huida, paralización, desmayo…
Por ejemplo, si nos enfrentamos a un factor estresante que tiene un impacto negativo en nuestro bienestar, se trata de evaluar el potencial de ese factor estresante en ese bienestar y analizar si, en ese mismo momento, tenemos los recursos, habilidades, capacidades, apoyos y estrategias para afrontar ese factor y su posible impacto en nosotros física, emocional y/o psicológicamente.
Si tenemos esos recursos y podemos hacerlo, tendrá una respuesta en nuestra conducta. Si no los tenemos, entonces no podemos aprender nuevas habilidades en el momento y tampoco podemos simplemente obtener recursos «adicionales», por lo que si queremos evitar una crisis debemos eliminarlos o reducir las cosas que nos causan estrés y nos empujan hacia la crisis. ¿Quién quiere estar en crisis?
Por tanto, nuestro comportamiento intentará lidiar con los factores estresantes que nos causan esa gran excitación: Actuar de forma física o verbalmente agresiva hacia las cosas o personas en nuestro entorno que nos hacen sentir muy estresados (pelear); intentar escapar (huir); ceder ante ellos (desmayo/fallo); o sentirnos tan abrumados por los factores estresantes que nos paralizamos y somos incapaces de actuar
Por lo tanto, el enfoque de baja activación entiende que las personas experimentan estados de alta excitación debido al estrés y a factores estresantes, y que cuando apoyamos a las personas intentaremos no agregar más excitación a lo que la persona ya está experimentando y reducir los desencadenantes de ese estrés en el entorno de la persona. Los enfoques de baja activación se utilizan cuando se gestiona una situación de crisis, cuando alguien está avanzando hacia la crisis o cuando está relajado para crear y promover estados de baja activación en general.
¿Cuáles son las diferencias entre baja activación y reducción de restricciones?
No existen diferencias entre la baja activación y la reducción de restricciones, de hecho, ambas trabajan de la mano. Se trata de reconocer que los factores estresantes pueden aumentar los niveles de excitación de una persona, y que, si no reducimos esos niveles de excitación utilizando enfoques de baja activación, corremos el riesgo de que los niveles de excitación de esa persona aumenten. Y pueden hacerlo hasta el punto de una crisis en la que se puede utilizar un proceso de restricción.
Al utilizar enfoques de baja activación, comprendemos que la respuesta al estrés de las personas puede evitar el uso de prácticas restrictivas y ayudamos a las personas a desarrollar mejores estrategias para afrontarlo a través de la regulación y la corregulación con personas de apoyo que desarrollen actitudes positivas, solidarias e incondicionales.
Por ejemplo, una persona puede estar en una habitación ruidosa donde hay mucha gente. Pueden estar esperando la comida o quizá a las personas de apoyo y la espera demorarse más de lo previsto. La persona comienza a hacer más ruido, a gritar, a amenazar verbalmente con romper cosas o golpear al personal. Los profesionales pueden exigirle calma y presentar una consecuencia si no se tranquiliza, como no ir al parque por la tarde. La persona reacciona negativamente a la amenaza, aumentando su nivel de excitación, con la consecuencia inmediata de una restricción.
Esta misma situación se puede manejar desde un enfoque de baja activación. Si sabemos que a una persona le cuesta esperar, cuando la persona comience a volverse verbal o físicamente agresiva, podemos ofrecer espacio, reducir el ruido y permitirle regular, incluso si lo que quiere es empujar muebles. Gestionar los momentos de crisis, observar lo que sucedió y cómo se pueden hacer las cosas de manera diferente la próxima vez. Ese es un enfoque de baja activación.
¿Qué personas deben estar involucradas en el desarrollo de una estrategia de baja activación?
¡Todas! Desde las personas a las que apoyamos, los profesionales, el staff del centro… Se trata de trabajar con un equipo multidisciplinar desde un enfoque integral para desarrollar estrategias de baja activación que apoyan a las personas con regulación, corregulación y autorregulación.
- Necesitamos entender a la persona que apoyamos: su historia, su pasado, su diagnóstico, experiencias, si existe un trauma… qué le causa estrés y cómo le afecta, qué estrategias, recursos y apoyos tiene para manejar el estrés, sus habilidades para hacerlo y cómo se comunica con ellos, qué le falta y que necesita de otros cuando su nivel de activación crece.
- Qué cosas hacemos por la persona: cambios en su entorno o en las personas de su entorno; cambios que puede implantar la organización y sus profesionales.
- Qué podemos ofrecer a la persona. Qué actividades le hacen feliz, le distrae cuando se estresa, le ayudan. Qué actividades no…
Para apoyar bien a una persona, necesitamos entender su comportamiento, y al revés: para entender un comportamiento hay que conocer a la persona. Cuanto más conocemos uno, más comprendemos al otro y mejor podemos gestionar y apoyar cuando surge una situación de estrés. Se trata de un enfoque holístico en el que todos y todo importa, y todos trabajamos juntos, con la persona y su familia incluida, para desarrollar los mejores planes y estrategias que apoyen a esa persona.
¿Qué tipo de evidencias demuestran la conveniencia de implementar estas prácticas de baja activación?
Las prácticas de baja activación promueven un enfoque empático, afectuoso, amable y comprensivo que ayuda a las personas a afrontar mejor el estrés, evitar crisis y/o recibir un mejor apoyo para afrontar esos momentos de crisis cuando estos ocurren.
La puesta en práctica de este enfoque para gestionar una crisis aparecerá en un registro de datos donde se indique la intensidad, frecuencia y duración de las crisis. En general, disminuyen las intervenciones físicas, el número y duración de las restricciones, etc. Este tipo de enfoques muestran específicamente que las restricciones pueden eliminarse por completo, mejorando la calidad de vida de las personas con ellas mismas, con sus apoyos y con quienes les rodean.
¿Por qué una organización de personas con discapacidad intelectual debería implementar este tipo de metodologías?
No se trata solo de las organizaciones de la discapacidad. Son las escuelas, hospitales, centros de servicios sociales… Allí donde hay personas con necesidades por cualquier motive que deben ser apoyadas, incluso en sus vidas personales, en sus hogares y con su familia.
La estrategia de baja activación se basa en los derechos humanos, y todas las personas tienen el derecho de que éstos sean protegidos. Entonces, por un lado, existe el deber legal de hacer todo lo posible para proteger los derechos humanos de las personas vulnerables a las que apoyamos. Esto significa que tenemos la obligación y la responsabilidad legal de utilizar los enfoques más humanistas y basados en derechos para y con las personas que apoyamos.
Los enfoques de baja activación no se centran en los comportamientos de la persona; no definen ni etiquetan a esa persona por su comportamiento. Miran específicamente detrás del comportamiento para comprender mejor lo que le sucede a la persona: qué necesita, qué falta, qué hace que se presente de esta manera y hacer lo que sea necesario para apoyar a la persona. Lo hacen antes, durante y después de la crisis, para evitar que vuelva a suceder.
Este tipo de enfoques también suponen un desafío para los profesionales, observando sus propias respuestas ante una persona en un estado de activación y pensando en cómo el tipo de apoyo afecta a la persona. Comprender esta relación hace que el personal se mire a sí mismo y se plantee si puede hacer las cosas de forma diferente cuando se apoya alguien angustiado o excitado.
¿Cómo puede una organización comenzar a implementar estas estrategias de baja activación?
Es necesaria formación para entender el estrés y la activación y cómo puede impactar en las personas a las que apoyamos.
También es necesario que las organizaciones, altos directivos, directivos, equipos de personal y personal individual estén dispuestos a comprender mejor las necesidades y dificultades, así como las diferencias de las personas a las que apoyan. De esa forma se pueden desarrollar planes de apoyo al estrés verdaderamente proactivos, reactivos y activos basados en derechos humanos que reflejen mejor las necesidades de apoyo de las personas que reciben apoyo.
Es importante contar con apoyo y el compromiso total de todos los niveles de la organización porque hablamos de un enfoque holístico en el que todos están incluidos: las familias y el propio individuo, el personal, la dirección, los profesionales, etc.
Por último, será preciso apoyar al personal con información y prácticas reflexivas para analizar, hacerlo mejor la próxima vez y mejorar las estrategias y procesos de apoyo que se implementan.
Imagen: Studio3