Plena Inclusión Madrid

Por favor, personas adultas

Juanfra Rodriquez dirigió un taller de teatro en el Festival Una Mirada Diferente del Centro Dramático Nacional. 

Colaboraban personas con discapacidad de Fundación Alas Madrid y Fundación Carlos Martín, Plena Inclusión Madrid y la orquesta de RTVE.

Juanfra ha reflexionado sobre el taller. 

Juanfra es hermano de una mujer con discapacidad intelectual. Ella suele decir que siempre está para estorbar y molestar. 

Juanfra decidió que ese fuera el punto de partida del taller. Un taller en el que utilizó las técnicas del teatro y de la dirección escénica.

La música tuvo un papel fundamental. Y el encuentro entre músicos profesionales con otros que no dominaban la técnica musical provocaba discusiones, de mentira, en las que el taller iba sucediendo.

Juanfra recuerda momentos especiales, como la visita a un ensayo de la Orquesta. 

De su experiencia se lleva haber conocido a cinco personas fuertes, capaces de superar dificultades que otros más capaces no hubieran podido. A todos ellos les hace llegar su admiración.

Desde el 29 de abril al 24 de mayo de 2019, las tardes de lunes a viernes, se llevo a cabo este Aquí para Estorbar, un proyecto teatral organizado por el Centro Dramático Nacional, ubicado dentro de Una Mirada Diferente en el apartado Reto 2019, bajo la supervisión de Plena Inclusión Madrid y la colaboración de la Orquesta de RTVE.

De entrada, me gustaría nombrar a todas las personas que participaron en esta aventura: Paloma, Merche y Ángeles, de Alas Madrid; Dani y Manolo de la Fundación Carlos Martín; Raquel, actriz y bailarina, y José, actor y payaso; Ángel, Gustavo, Christian, Antonio, Josemi, Raúl, Ximo y Pedro, músicos de la Orquesta de RTVE; Irene, profesional de apoyo de Plena Inclusión Madrid; Magda, profesional de apoyo de Una Mirada Diferente del CDN.

El punto de partida es una frase de mi hermana, una persona con discapacidad intelectual de 67 años: “aquí para estorbar… aquí para molestar una…” Siempre están saliendo de sus labios estas frases, como si fuera su manera de aclararnos que ella tiene muy claro lo que significa su presencia para nosotros, su familia. Sin tener que entrar en relatos personales, sí quiero manifestar que esa percepción de mi hermana es real, y produce en mí desasosiego e inquietud.

Pretendía que todo esto fuese un punto de partida, no necesariamente un punto de
llegada. Por eso lo llamo aventura, porque en muchos aspectos me sentía ignorante.
Como domino algunos elementos de mi oficio como director escénico, fueron esas las
herramientas que utilicé. Basé nuestros encuentros sobre soportes de juegos escénicos, intentando quitar peso a elementos terapéuticos (que no domino) o didácticos.

Las protagonistas de Aquí Para Estorbar tenían que ser, y así ha sido, Merche, Manolo, Ángeles, Dani y Paloma. Y su necesidad y capacidad de desahogo, de manifestarse, desde sus vivencias reales o ficticias, como en las aventuras que nos inventábamos en nuestros juegos infantiles.

Comenzamos con la excusa de la música (¡cuánto nos hace volar la música!). Un grupo de músicos profesionales tocando una pieza de culto, y otras personas llegaban con sus instrumentos musicales, pero sin dominio de ellos, pero que necesitaban tocar, expresarse, crear… Por supuesto, se molestaba a los profesionales, y de ahí surgían discusiones muy acaloradas. Como jugábamos a hacer teatro, todo era de mentira, de broma, como decían Ángeles, Merche, Manolo, Paloma y Dani. Reconozco que a veces era difícil diferenciar entre la realidad y la ficción, y esto me asustaba un poco. Intentaba no perder la visión que debía ser un juego divertido. Y así fue yendo, con muchas risas y con ganas de repetir, dándonos el permiso para “enfadarnos de mentira”, para quejarnos, como si ese derecho no fuera común a todos.

Fuimos jugando teatralmente a otros juegos: juegos de enamorados, juegos de
discusiones de parejas, a ir a funerales, a ser “la muerta” del funeral, a que cantaran, a que bailaran… Vuelvo a decir que me sentía muy ignorante y desconocedor de cuál
podían ser las reacciones a estos juegos, donde eran pertinentes las respuestas y
reacciones no políticamente correctas. Y siempre me sorprendía la capacidad de juego, de divertimento, las ganas de expresar, porque en los juegos se colaban relatos muy personales, que con la mezcla, se convertían en momentos muy poéticos: la necesidad que tenemos todos de ser escuchados y comprendidos.

Recuerdo también alguna mirada de asombro en los músicos, y en los actores: esa
mirada en la que uno descubre en el otro más de lo que se suponía que debía haber…

Hubo tantos momentos especiales: uno de ellos fue visitar un ensayo de la Orquesta de  RTVE, en el Teatro Monumental de Madrid. Paloma, Dani, Manolo, Merche y Ángeles se sentaron en el escenario, junto a los músicos compañeros de Aquí Para Estorbar.  Desde mi prejuicio, tenia dudas: después de varios días en los que habíamos alentado que pudiesen expresar sus enfados, sus anhelos, sus frustraciones, aunque fuese desde códigos de ficción, ¿se comportarían adecuadamente en una sala de conciertos? Repito, partía de mi propio prejuicio, por el que no podía evitar pensar que una persona con discapacidad no iba a soportar la estructura espacial y temporal tan rígida de la exhibición de la música culta. Prejuicios… Miedos… Y eso que he acompañado a mi hermana a muchos conciertos, y siempre he compartido su disfrute y alegría. Tengo que reconocer que me conmueve la imagen de Dani, Ángeles, Merche, Paloma y Manolo entre los músicos, compartiendo escenario, y percibiendo la intensidad de las ondas físicas del sonido del concierto para piano de Beethoven. Pocos espectadores en el Monumental han vivido esa experiencia, y estoy seguro que no demasiados sabrían valorarla como Manolo, Ángeles, Paloma, Dani y Merche.  Sin duda, la música hizo que la aventura de Aquí Para Estorbar fuese bien venturosa.

Ellos cinco han nacido en este país, hace más de cuarenta, cincuenta, o sesenta años.
Para mucha gente de su edad, fuera de las grandes urbes, este tipo de experiencia no es muy común. Conocemos los múltiples adjetivos que han denominado a las personas con diversidad funcional a través de los años. Puede que las palabras hayan cambiando, pero no mucho el comportamiento y las reacciones de los que nos creemos personas en la normalidad. Afortunadamente, este país no es aquel país, pero aún hay mucho que caminar hasta llegar a ese lugar en el que tomar la sencilla decisión de ir a un concierto de música clásica, por ejemplo, sea posible para cualquier persona, independientemente de sus capacidades. Sencillamente, decidir…

Para terminar, me gustaría explicar por qué he titulado esta reflexión Por favor,
personas adultas. A veces, las mujeres del equipo, Ángeles, Merche y Paloma me
entregaban un papel, una especia de carta, con peticiones de juegos teatrales que querían repetir, o canciones que querían cantar, o lista de palabrotas que querían decir cuando jugaban a estar enfadadas cuando los músicos profesionales les molestaban. En una de las cartas aparecía lo de personas adultas, por favor, entremezclado con otras impresiones o peticiones. Para no ser indiscreto, no diré quién es la autora de la carta, que no sabía escribir, y que le pidió a una compañera de su fundación que lo hiciera por ella. Encabezaba con lo de Por favor, personas adultas, y se repetía varías veces, en diferentes maneras: ayudarme personas adultas por favor; personas adultas por favor; personas adultas. Nos han hecho (ininteligible) ¿fobas? ¿bobas?… También había palabras que expresaban agradecimiento y cariño. ¿Interpreté bien estas letras?, ¿agradecía sentirse tratada como una persona adulta, o es una demanda vital? Para mí, la tarea principal en este taller es que se sintieran respetadas y tratadas como cualquier persona.

Continúo sintiéndome ignorante, no un viajero experto en estos mares. Pero la aventura ha sido preciosa, intensa y enriquecedora. Hemos compartido momentos muy especiales. Y en la mirada de asombro está grabada la sensación que he conocido a cinco personas con una experiencia de vida llena de momentos muy duros, de esos pasajes de sufrimiento que, posiblemente, la gente que se cree muy fuerte no tendría la capacidad de soportar.

Toda mi admiración, cariño y respeto para Merche, Paloma, Ángeles, Manolo y Dani.

Juanfra Rodríguez

Juanfra Rodriquez

Director escénico y dramaturgo que tiene en su haber el Premio Max de Teatro Infantil 2001 en la categoría de Mejor Producción de Teatro Infantil, Títeres y Marionetas,. 

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