Plena Inclusión Madrid

«El coronavirus nos afecta a todos, trabajadores con y sin discapacidad: si falla algo, nos perjudicamos todos»

Hemos hablado con personas con discapacidad intelectual que están trabajando durante la crisis del coronavirus.

Carmen Jiménez es limpiadora en un hospital.

Juan Manuel Escorial trabaja como preparador de pedidos en un supermercado Carrefour.

Borja Santos es grabador de datos en una empresa farmacéutica y ahora trabaja desde casa.

Irene Palomares también hace su trabajo desde casa. Trabaja en una consultoría informática.

La crisis del coronavirus ha obligado a modificar las rutinas laborales de gran parte de la población, bien porque han tenido que adaptar sus tareas al teletrabajo o porque se dedican a sectores considerados esenciales y deben seguir acudiendo presencialmente a sus puestos. Estos cambios han afectado también a muchas personas trabajadoras con discapacidad intelectual o del desarrollo. Por ello, hemos querido conocer su experiencia laboral durante el estado de alarma y saber cómo han cambiado sus rutinas en estas últimas semanas.

Irene Palomares y Borja Santos, por ejemplo, son dos de las personas que pueden trabajar desde casa mediante herramientas telemáticas, mientras que Carmen Jiménez y Juan Manuel Escorial acuden cada jornada a su puesto de trabajo y han experimentado un notable incremento en el volumen del mismo por el impacto de la COVID-19. Todos ellos mantienen el apoyo de sus entidades y cuentan con personas de referencia para facilitar su día a día en unos momentos tan complicados.

Carmen Jiménez lleva seis años trabajando en la Clínica Santa Elena como personal de limpieza y tiene muy claro que la clave para superar esta crisis es trabajar en equipo. “Esto nos afecta a todos los trabajadores, a gente con discapacidad y gente sin discapacidad. Si falla algo, nos perjudicamos todos”, asegura acerca de la necesidad de echar una mano y de cumplir las normas de prevención para evitar contagios.

Ataviada con guantes y con mascarilla, alaba el trabajo del equipo sanitario que trabaja en su centro. “Muchas veces se arriesgan para intentar salvar vidas”, indica, y añade que tanto en un hospital grande como en clínicas pequeñas los trabajadores forman “un gran equipo”. «Hay que intentar ayudar y hacerlo lo mejor posible, porque mucha gente va, hace su trabajo y se pira».

Carmen asegura que es “bastante independiente”, lo que le permite desenvolverse sola en la empresa, aunque cuenta con el apoyo de los profesionales de Fundación A la Par, con los que se reúne regularmente. En este sentido, comenta que su ilusión era conseguir un puesto de trabajo y que, para ello, la ayuda tanto de la entidad como de sus padres en casa fue fundamental.

Juan Manuel Escorial, de 37 años, es otra de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo que continúa en su puesto de trabajo durante el periodo de confinamiento. En su caso, es preparador de pedidos en Carrefour y reconoce que, especialmente en los primeros días del estado de alarma, “la gente se volvió loca con las compras”.

Sin embargo, su experiencia de 12 años en el mismo centro comercial le ha ayudado a sobrellevar la carga de trabajo, incluso a pesar de las bajas por el coronavirus entre sus compañeros. Juan Manuel reconoce que la principal ventaja con la que se ha encontrado en la empresa es que ante esta situación y por un problema personal le han permitido organizarse como mejor le ha convenido.

“Me dijeron ‘Te liberamos, el que decides y te organizas eres tú’. Tenía que asumir responsabilidad para mí y para el entorno familiar”, asegura. Por ello, agradece la labor de los responsables de los que depende directamente, ya que no requiere de una persona de apoyo en la empresa. Donde sí recibe asesoramiento y respaldo es en Apadis, la entidad en la que participa y de la que es representante.

Profesionales con teletrabajo

A Borja Santos el confinamiento le sorprendió cuando apenas llevaba un mes en la plantilla de la farmacéutica Sandoz, donde hace “un poco de todo”, desde grabar datos a dar apoyo al departamento de recursos humanos. Ahora, ha podido trasladar el puesto de trabajo a su casa para continuar activo mientras dure el confinamiento.

“Mi trabajo con el coronavirus no ha cambiado mucho. Yo creía que lo iba a llevar peor, por estar fuera de casa, pero lo llevo igual que al estar en la oficina”, afirma, aunque reconoce que el cambio es notable, sobre todo por estar solo y no ver a sus compañeros.

Borja utiliza los manuales que le proporcionó la empresa para hacer sus tareas diarias de manera independiente. No cuenta con una persona de apoyo específica en la empresa, aunque sí con la ayuda de una preparadora laboral de Adisli con la que habla una vez a la semana, ahora por Skype.

A pesar del poco tiempo que lleva en su puesto de trabajo, asegura que se ha adaptado perfectamente al mercado laboral y que se esperaba “más dificultades” para acceder a un empleo por su discapacidad. “Me he sentido uno más de la empresa desde el primer día”, indica.

Irene Palomares, que también participa en Adisli, comparte además con Borja que en estos días está teletrabajando y que apenas llevaba unas semanas en su puesto cuando comenzó la crisis por la COVID-19. Es auxiliar administrativa en CGI, una empresa de consultoría informática a empresas, en la que antes desempeñaba labores de archivo y documentación de información que ahora han sido adaptadas para poder hacerlas desde casa.

Para acceder a su empleo, Irene realizó los cursos obligatorios de prevención de riesgos laborales y seguridad, una formación impartida en inglés al tratarse de una multinacional canadiense. Tanto la empresa como su preparador laboral la acompañaron en este proceso.

Irene, que tiene 24 años, agradece el trato de igual a igual que recibe en su empresa a pesar de su discapacidad, un aspecto que, afirma, no suele ser habitual.

El confinamiento

Los cuatro afrontan el confinamiento por el coronavirus con mayor o menor resignación, como la mayoría de los españoles, y echan de menos algunas de las cosas que hacían antes, como pasear (Carmen), quedar con sus amigos (Borja) o ir al gimnasio y ver a su novio (Irene). Todos comparten, sin embargo, un mensaje de optimismo de cara al futuro.

Un día más es un día menos para volver cuanto antes a la situación anterior, a la normalidad. Echo de menos cuando salía y esas cosas, pero supongo que con el tiempo volverá”, dice Borja, quien reconoce que lo primero que quiere hacer después del confinamiento es “ir de bares”.

Juan Manuel felicita a la gente que está en activo y pide unidad. “Les animo a ellos y a los que no están trabajando a aunar esfuerzos para que salgamos adelante porque es un momento complicado”, asegura. Se ofrece, además, para ayudar con su experiencia a todo aquel que requiera apoyo. “Quiero decirles que no se desanimen, que tarde o temprano acabaremos con esta situación”, expresa.

Carmen envía “mucho ánimo a todo el personal sanitario, médicos, enfermeras, a los primeros que hay que nombrar, y a continuación al personal de limpieza” y a cualquier profesional que trabaje en un hospital, además de a todos aquellos “que lo necesitan, que hayan perdido a un familiar, a las personas mayores”. Porque, como concluye Irene, “de todo se sale”.

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