Plena Inclusión Madrid

Diario de sesiones de «Corriente», proyecto de teatro de Espacio Convergente. Segunda parte

«Corriente» es un proyecto de teatro desarrollado dentro del programa Espacio Convergente.

En este proyecto participan ocho personas con discapacidad intelectual de la Fundación Ademo.

Las sesiones de «Corriente» están dirigidas por Juanfra Rodríguez.

Diario de sesiones #2
Residencias Espacio Convergente. Proyecto “Corriente”
Juanfra Rodríguez
Espacio creativo: Fundación Ademo

Día cuatro

Empezamos a jugar con la acción teatral de enchufar las lámparas y reaccionar a un calambre de corriente imaginario, sentados en el suelo o acostados. También jugamos a repetir cosas que habían dicho los compañeros en días anteriores, pero como si fueran suyas. Siempre alentando a que hablasen más alto.

Visi nos trajo una sorpresa: le había pedido a Isabel o a Alicia que le escribieran una de sus mentiras del segundo ensayo. Es el primer texto oficial de Corriente: “Quedamos yo y mi amiga con los novios. Visi se queda embarazada del novio. Mi madre no sabe nada. Me voy a casa. Le pregunto a mi amiga cómo se lo cuento a ellos, a mi madre.”

En un momento del ensayo, sin darles yo pauta alguna, empezaron a bailar juntos Luis y Víctor. Lo aproveché y enseguida los demás también se pusieron a bailar. Reconozco que estos momentos, cuando tienen iniciativa propia, son muy especiales, al menos para mí.

También jugamos a que cada uno le lanzase una palabra a los demás, en alta voz, y tiñendo la misma palabra de diversas emociones: a veces alegre, después enfadado, más tarde llorando o asustado.

Día cinco

Hoy se ha cerrado oficialmente el grupo, después de la marcha de Sergio: Ana, Luis, Marta, Natalia, Pedro, Víctor y Visi. Un grupo estupendo.

Repetimos el juego de los calambrazos, pero esta vez en vertical, de pie, convirtiéndolo en una especie de danza. Las lámparas estaban colocadas en un círculo tan amplio como la sala, como si fuera un gran escenario circular.

Después de la danza de calambres, colocamos un banco en el centro del círculo. Se
trataba de crear conversaciones entre tres. Primero los chicos: Pedro, Luis y Víctor.
Pedro tuvo la idea de hablar como si tuviera la regla. A veces yo intervenía para
fomentar la conversación. De la regla pasaron a conversar como si fueran chicas con
embarazos absurdos de cincuenta meses o bebés con tetas y pene. Crearon una comedia muy divertida.

Ahora era el turno de las chicas que habían podido acudir: Visi, Ana y Natalia. Ellas tres empezaron a tener una conversación como si fueran chicos. El principal tema de charla era la manera de maltratar a sus “chicas”.

Creamos un pequeño debate sobre este tema y lo teatralizamos. Me resultó curioso cómo decidieron encontrar una solución al problema de la violencia de género. Cuando ellos hicieron de “ellas”, jugaron a llamar al 016, y denunciar que estaban siendo maltratadas. En el momento en el que ellas jugaron a ser mujeres que sufrían maltrato de sus parejas, también optaron por el recurso del teléfono, pero no para denunciar la agresión, sino para llamar a sus novios e intentar arreglarse con ellos. No entré a juzgar o comentar cuál era la decisión más idónea. Lo dejé ahí aparcado para futuros juegos teatrales, e intentar entender la situación desde otros lugares. Creo que Visi, Ana y Natalia nos estaban contando lo que sucede, y no lo que debería suceder.

Para desdramatizar, jugamos a parodiar un parto, cambiando los roles. Tanto ellos como ellas pasaban por parturientas o por cuidadores. Se planteó como un trabajo en pareja, y fue bonito como otros compañeros intervenían por decisión propia, creando escenas de tres o cuatro personas.

Para acabar, jugamos a que las lámparas en círculo eran personas que nos estaban mirando, como el público de un teatro. Teníamos que hacer frente a esa gente algo que nos hiciese sentir seguros, o por el contrario, manifestar nuestro disgusto e incomodidad por esas miradas. Se crearon acciones muy interesantes. Una de ellas, fue la de Pedro, en plan “teatro contemporáneo”, empujando una a una a cada lámpara, y diciéndoles, enfadado, ¡no me mires!

Día seis

Hoy la escenografía consistía en colocar todas las lámparas tumbadas en el suelo, por todo el espacio. Ellos también se han tumbado, repartidos por la sala, en posiciones cómodas. Cada uno fue contando en voz alta para poder ser escuchado por los demás, un sueño que hubieran tenido. Podía ser uno del que se acordasen o inventado. A veces, lo que contaban, se parecían más a deseos o anhelos.

Les pedí que cambiaran de sitio, moviéndose por el suelo. Ya en el nuevo lugar escogido, se trataba de gritar, y de sostener el grito. Ana y Marta suelen bloquearse cuando hay que hablar, contestar a una pregunta o gritar, como en este caso. Se les intuye las ganas, pero hay algo ahí que les para, aunque permitiéndoles el tiempo que necesitan, siempre lo consiguen. Aquí les dije que si no les salía el grito, que podían llamar a alguna compañera o compañero en voz muy alta, como si estuviera muy lejos.

Enseguida entraron en el juego, y sucedió algo muy especial, como un contagio: los demás empezaron a gritar todos a la vez, a llamarse unos a otros, a decir la primera palabra que se les ocurría, incluidos algunos insultos, eligiendo expresiones que les hacían reír. Que tomaran la iniciativa, que hablaran muy alto, que sostuvieran el juego, ¡fue un gustazo ser testigo de ese momento! Después, para no perdernos demasiado, les pedí que hicieran lo mismo, pero con una palabra pautada; en este caso, un número elegido por ellos. También funcionó.

Después pasamos a tener a los compañeros muy cerca, todos sentados, y alguien de pie, le contaba o hacía algo que le apeteciera. Para mí fue estimulante verlos más relajados, y con ganas de ser escuchados, o ser vistos. Natalia, en los descansos, habla mucho con Isa, con José o conmigo. En los ensayos suele ser más silenciosa, pero esta vez empezó a contar a los demás cosas que ya nos había contado a nosotros tres, de su vida, o de su familia, o de las amigas malas que tiene. Víctor le señala que esas no eran amigas, sino enemigas. Como ejemplo, después jugamos a que Natalia se defendiese de sus amigas, que eran representadas por algunas lámparas. 

Marta y Ana suelen ser también silenciosas, pero siempre hablan en voz muy alta cuando dan consejos o intentar ayudar a algún compañero, o aclarar alguna pauta a los demás, que yo no he conseguido explicar bien.

Pedro nos contó su manera de ligar y pedir matrimonio a las chicas que le gustan en la discoteca. Luis nos enseño los movimientos que aprendió viendo Karate Kid, y lo convirtió en una danza. Todo lo que contaban intentábamos teatralizarlo. Incluso las peleas físicas de Visi, con algunas de sus amigas. Terminamos este día en una pelea de arrastrar del pelo a alguien, de mentira, claro. Pelea de truco teatral.

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