Plena Inclusión Madrid

Prácticas laborales en Museos Estatales

La Asociación Argadini  ha suscrito un convenio de colaboración para la realización de prácticas formativas de auxiliares culturales en los museos de titularidad estatal: Museo Nacional de Artes Decorativas y Museo Sorolla, así como en el Museo Lázaro Galdiano.

Uno de los aspectos más novedosos de este programa de capacitación laboral es que contempla, como parte esencial del proceso formativo, la integración activa de las personas con necesidades de apoyo en el funcionamiento cotidiano de las instituciones culturales colaboradoras.

Actualmente son nueve jóvenes los que participan en este programa, en el que los museos se presentan como nuevos espacios donde las personas con necesidades de apoyo desarrollan diversas labores: vigilancia de salas, atención en ventanilla, taquilla, guardarropa e incluso visitas guiadas. Es el caso de Tania y Carlos, que vigilan salas en el Museo Lázaro Galdiano; o el de Carmen y Pilar, que realizan sus prácticas en el Museo Nacional de Artes Decorativas como auxiliares del Departamento de Conservación y Restauración y en la Biblioteca, y de su compañero Mikey, que realiza visitas guiadas al museo en castellano e inglés. Por su parte, en el Museo Sorolla, Gema y Ana, vigilan salas y reciben a los visitantes recogiendo las entradas, Fátima y Óscar realizan visitas guiadas algunos sábados y apoyan en talleres para niños.

Para Rebeca Barrón, presidenta de la Asociación Argadini, la incorporación a un entorno laboral real reporta a las personas con necesidades de apoyo beneficios psicológicos y laborales. Desde el punto de vista formativo, esta experiencia “…les aporta habilidades para la empleabilidad que ellos desean conseguir, sintiéndose parte de la sociedad y aportando una nueva mirada. Genera continuos retos personales y les ofrece la satisfacción de superarlos”.

Lo cierto es que los puestos de trabajo que rodean al mundo cultural y artístico conllevan una manera específica de actuar, cuentan con un vocabulario diferente y exigen una gran capacidad para entablar relaciones sociales. Adecuarse a estas exigencias implica un gran esfuerzo para los participantes en el programa. Por eso, al comienzo de las prácticas cada persona cuenta con el apoyo presencial de un preparador que les “guía y acompaña” en su nuevo puesto de trabajo y que se retira gradualmente a medida deja de ser necesario. Este es el caso de Carlota Merino y Rita Aguirre, educadoras sociales de la Asociación Argadini, que hacen hincapié en los aspectos inclusivos del programa de formación en Museos. Para ellas “…el hecho de venir a trabajar les hace sentirse reforzados; describen la experiencia como un estímulo personal, se sienten importantes, activos dentro de la comunidad y la experiencia mejora su autonomía y su autoestima”.

Desde una perspectiva más amplia, Rebeca Barrón destaca las posibilidades, realmente innovadoras, que ofrece este proyecto para la integración plena de las personas con discapacidad. La relación cotidiana, la exigencia y la mutua valoración, que propicia la convivencia de personas con y sin discapacidad en un entorno laboral normal, implica  un salto cualitativo en nuestro modo de relacionarnos con la diferencia. Dándole cabida, los museos no sólo cumplen con su mandato de accesibilidad universal; además, se benefician de la ilusión renovada de aquellos que los conocen por primera vez y redescubren, en su mirada, su misión social.

La Asociación Argadini, que trabaja desde el año 1999 en la inclusión social y cultural de personas con discapacidad intelectual y trastorno del espectro autista, es la responsable de este proyecto de formación profesional para adultos: un completo curso teórico-práctico, que habilita a los participantes para realizar prácticas como auxiliares culturales en una amplia gama de instituciones, como bibliotecas, centros culturales, auditorios y museos, incluyendo congresos, eventos y otros actos.