Plena Inclusión Madrid

Un viaje solidario a Marruecos que ha llegado al corazón de Noemí y Sergio

AMPinto a través de su centro ocupcional restaura bicicletas y colabora con el proyecto Bicis para la Vida. 

Este año, dos personas con discapacidad intelectual han viajado a Marruecos a entregar las bicicletas restauradas. 

Se trata de Noemí y Sergio, que reconocen que el viaje les ha llegado al corazón. 

Ambos detacan de la experiencia la alegría y la gratitud de los niños y niñas de las aldeas y pueblos que atravesaron. 

Noemí Salazar y Sergio Carrasco han viajado recientemente al Alto Atlas marroquí para concretar una donación de 35 bicicletas en tres enclaves del Valle de Tessaut.

Noemí y Sergio son dos jóvenes con discapacidad intelectual del COFOIL ‘cuarentainueve’ de la AMPinto, que a través proyecto Bicis para la Vida by ŠKODA le da una segunda vida a viejas bicicletas para que personas en situación de vulnerabilidad puedan disfrutarla.

De esta manera, Noemí y Sergio han podido disfrutar de la experiencia, no sólo de restaurar y poner a punto las viejas bicicletas, sino también de participar en su entrega. Dos docenas de ellas fueron entregadas en la aldea de TasseInte, otras se quedaron en una asociación vecinal creada en Ifoulou para su gestión y una última, muy especial para las personas de la entidad, se quedó en Azzarzan para ayudar a un niño con discapacidad intelectual.

Noemí reconocía sus nervios ante el viaje, especialmente a la hora de atravesar la frontera entre Ceuta y Marruecos. Pasado ese momento, destaca de su viaje cómo les recibían niños y adultos con gran alegría.

“Entregar las bicicletas a los niños me hizo sentir muy contenta y feliz, me sentí muy bien al ver que el trabajo de reparación de las bicis había llegado allí.    Me gustó mucho haber visto esas aldeas en persona que sólo había visto por televisión. La gente, la comida, y hablar con todo el mundo.  Sí, volvería, pero me gustaría que también probaran otros, ver su manera de vivir. Todo lo vivido me ha llegado a la patata

Sergio, por su parte, describe con detalle el viaje, primero en barco y luego en fugoneta, y al igual que Noemí, destaca la alegría con la que eran recibidos en pueblos y aldeas.

“Me gustó regalarles todas las cosas que llevábamos, una niña pequeña me sonrió y me puse muy contento y feliz.  Todo me ha gustado, yo estoy dispuesto a ir otra vez, y también me ha llegado a la patata”  

 

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