El pasado jueves 22 de Noviembre en el espacio escénico Lorca, en Rivas Vaciamadrid, localidad en la que se ubica Aspadir, entidad que acoge la residencia Espacio Convergente, tuvo lugar la presentación de la Muestra abierta de lo que hemos venido realizando durante las 18 sesiones de “Danza Contemporánea: Presencia, Cuerpo y Movimiento”.
Esta muestra marca el fin de la primera parte de la Residencia artística. En la segunda parte se trabajará con un grupo muy reducido de participantes, así que este final de fase, se caracteriza por la despedida del trabajo con la mayoría de los ellos. Y aunque eso da cierta tristeza, ya sabemos que forma parte de los procesos creativos -con su principio y su fin- y de la vida- con su apego y sus desapegos.
Esta crónica del cuaderno de viaje, se centra en la experiencia que ha sido la muestra en sí y en lo que ha significado. Como resumen, solo puedo decir cosas buenas.
Lo primero y más importante, es que se cumplió el objetivo y fin último de ésta: La visibilidad del trabajo realizado y sobretodo de los participantes que lo han vivenciado. Presentarte frente a los “otros”, sentir la mirada del otro -en este caso de familiares, amigos, parejas, compañeros del centro, etc.- mostrarte, es un ejercicio importante de visibilidad, empoderamiento, reconocimiento y seguridad en ti mismo. En ella se puede apreciar también la(s) mejora(s) acontecidas en el cuerpo, en la mirada, en la actitud, como memoria de lo aprendido por el trabajo realizado. Estos cambios, permiten redescubrir al compañero, al hijo, al nieto, desde otro lugar y nos sorprendemos con lo que son y somos capaces de hacer. Por todo esto, era para mi fundamental que la Residencia contara con esta parte de Muestra abierta a público.
Había bastante público de familiares y amigos que a veces, y lo digo por propia experiencia, son los más difíciles. Y creo que a pesar de las expectativas, deseos proyectados, miedos comprensibles, cansancios normales del día a día, todos disfrutaron de la experiencia. No solo los performers sino también el público, en una buena comunión de lo que es es, o debe ser, el hecho escénico. Creo que disfrutamos del momento, del estar allí, de mirar y saberse mirado. Al principio hubo unos 2- 3 minutos de miedo escénico, pero pasaron asumiéndolos con tranquilidad y calma como parte de la muestra.
La muestra estaba organizada como una clase abierta con una estructura de pieza dentro de esa clase. Me gustó esa formula que no había probado al menos de una forma consciente antes, porque daba mucho juego, se convertía en una especie de “viaje doble”, uno didáctico y otro más artístico y considero que fue muy completo. Al principio no estaba planeado que yo estuviera dentro de la presentación, pero debido a la forma que fue adquiriendo la muestra y porque orgánicamente yo era parte del grupo, fui sintiendo que yo también tenía que estar allí. Y la verdad es que disfruté estar con ellos en el escenario.
Al día siguiente de la presentación, fuimos a desayunar juntos como final de proceso, hablamos de qué había sido el proyecto y cómo se habían sentido durante la presentación, hice también “entrega solemne” de los espejos que habían utilizados a cada uno de los participantes como recuerdo y símbolo del trabajo realizado, pero sobretodo comimos juntos, hablamos entre nosotros y nos reímos mucho.
He de agradecer la oportunidad de haber podido utilizar durante las clases y ensayos el espacio escénico Lorca y sobretodo la actitud abierta y positiva y la confianza hacia el proyecto por parte de Nereida y Pedro directora y subdirector de ASPAdiR. Y agradecer cómo no a ellos y ellas, verdaderos actores del proyecto, por su entrega, generosidad, esfuerzo y cariño. Desde el principio, nada más conocerlos y en las primeras clases, ya le dije a Ana (Lozano) que eran un grupo muy bueno y con un bien nivel y que iba a ser un viaje escénico fructífero, interesante y divertido. Y no me equivoqué.
Antonio Quiles
Residencias Artísticas Espacio Convergente [2018]
Más Cultura, Más Inclusión. Plena Inclusión Madrid y Fundación Repsol