Big Bang es un proyecto musical con personas con Trastorno del Espectro Autista.
El proyecto está desarrollado por Plena Inclusión Madrid, la Orquesta Nacional de España y Fundación Repsol.
Hemos hablado con dos de los músicos profesionales que participan en el proyecto. Se llaman Antonio Arias y Rafael Gálvez.
Los dos músicos aseguran que la experiencia ha sido sorprendente. También que les ha servido para conocer mejor a las personas con TEA.
Los músicos profesionales de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) que participan en el proyecto «Big Bang» coinciden en que lo que ha sucedido en cada sesión que han compartido con personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) ha superado sus expectativas. Hemos hablado con dos de ellos, Antonio Arias y Rafael Gálvez, quienes aseguran que los participantes han conseguido sorprenderles con su capacidad para la música y que esta experiencia ha cambiado su visión sobre su propio papel como profesionales.
En el proyecto «Big Bang», desarrollado por Plena Inclusión Madrid, la OCNE y Fundación Repsol, cuatro músicos se han reunido en distintas sesiones con personas con TEA con el objetivo de crear una banda sonora basada en “Los Planetas”, del compositor británico Gustav Holst, para musicalizar las imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble.
Antonio Arias (flauta travesera) y Rafael Gálvez (percusión) son dos de los profesionales han trabajado bajo la dirección artística de Juanjo Grande, junto con Ramón Puchades (oboe) y Ángel Luis Quintana (violonchelo).
«Es un proyecto sorprendente. Uno siempre tiene algo de preconcebido de que las personas con discapacidad intelectual no van a ser capaces, pero después te sorprenden porque son absolutamente capaces. Responden enseguida a los estímulos sonoros. Tenemos unos cracks aquí», explica Rafa Gálvez.
Sobre el desarrollo de las sesiones, Antonio Arias reconoce que es difícil predecir lo que va a ocurrir. «Aunque traigas una idea preconcebida, al final es la situación real la que determina por dónde enfocas las cosas», dice.
«La mayor satisfacción que me llevo de las sesiones», prosigue Arias, «es que los participantes están siempre sonriendo. La música les ayuda a soltarse, les veo extrovertidos».
«Es impresionante los pasos que se han dado»
Gálvez, por su parte, destaca la importancia de la música en la inclusión de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y cuenta cómo a él le ayuda a librarse de los prejuicios. «Tengo un alumno con asperger que viene a la orquesta. ¿Quién iba a apostar hace años porque una persona con discapacidad intelectual pudiera ir a una orquesta profesional? Tenemos que trabajar por la inclusión, sobre todo en lo laboral«, afirma.
Para Gálvez, el proyecto sirve para ayudar a los participantes a «superarse». «Es impresionante los pasos que se han podido dar, la sociedad y todos, impulsando a las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. A la hora de la exigencia profesional valen absolutamente, o más, que otras personas«, prosigue.
Antonio Arias reconoce que no había tenido experiencia previa a «Big Bang» en el trabajo con este colectivo, pero que a partir de ahora se apuntará «a todos». «Me parece un deber ético, aparte de que es interesante desde el punto de vista humano», reconoce.
Arias es uno de los músicos que ha vivido un antes y un después a las sesiones que ha podido compartir con las personas con TEA de Pauta, ProTGD y Cepri. «Estamos muy lejos de cumplir lo que deberíamos», afirma, y añade que el proyecto le permite tener una interacción con otras personas que no es habitual en su profesión.
Para Antonio Arias también supone una gran satisfacción crear una obra musical con personas no profesionales. «Mantengo la ilusión del aficionado que disfruta con cada nota. Y si podemos transmitirles eso, esa ilusión… Lo próximo será no cerrarnos puertas a que haya algo novedoso», concluye.